lunes, 5 de diciembre de 2011

my sweet obsession 42

—No quiero que vengas por mí, solo te quiero en mi cama, en mis brazos, debajo de mí…
Sentí como alguien me quitaba el teléfono, me giré a verla.
—______ soy Susan, no se si te acuerdas de mí, pero Justin está aquí en el bar de siempre.
Miré como terminaba de hablar y colgaba el teléfono. Me miró fijo.
—¿Por qué me sacaste el teléfono? —le pregunté.
—Porque creo que ya te estabas pasando —me dijo.
—Tenía que decirle lo que pensaba —me defendí —Ahora dame un poco más de vodka.
—No —sentenció.
—¿Por qué?
—Porque ya viene por ti, y ya no te voy a dar de tomar…
—Bueno, como quieras. Déjame pagarte lo que consumí, ¿Cuánto es? —pregunté mientras medio confuso sacaba mi billetera.
—Tampoco —me dijo.
—¿Tampoco? ¿Por qué nadie hace lo que yo quiero?
—No voy a cobrarte, porque se que estas mal y has venido aquí con el fin de olvidar. Pero no has podido, así que… esto va por mi cuenta.
—Eres lo más cercano a una hermana mayor que he tenido en toda mi vida —dije melancólico.
—No te pongas sentimental conmigo, por favor —dijo divertida.
Asentí con la cabeza y escuchamos como la puerta del bar se abría. Me giré a ver y ella me miró fijo. Rápidamente se acercó a mí.
—¡No puedo creer que hayas llegado a estar así! – me retó nerviosa.
—Hola cariño —le dije divertido. Revoleó los ojos y miró a su Susan.
—Muchas gracias Susan —le dijo.
—No es nada linda, llévatelo y… cuídalo. Está un poco sensible —le dijo ella.
Sentí como una de sus manos rodeaba mi brazo, entonces la miré fijo. Me hizo poner de pie y cuando lo hice, sentí que iba a caerme de cara al suelo. Ella colocó mi brazo alrededor de su cuello y me sujetó por la cintura.
—______, ¿quieres que le diga a alguno de los muchachos que lo lleve hasta afuera? —le preguntó Susan.
—No Susan, así estamos bien. Muchas gracias —le dijo ella y comenzó a caminar —Por favor, has el esfuerzo de caminar y no quebrarme el cuerpo.
—Lo estoy haciendo —le dije. Salimos afuera del bar y el frío viento de la noche erizó mi piel. ¿En que momento se había hecho de noche? Divisé a Betty, y dirigí mis pasos para allí, pero ________ me empujaba hacia un auto. Su auto.
—No —dije y me solté de ella. Me tambaleé un poco, pero me pude mantener de pie —Yo tengo que irme en Betty.
—Estás completamente loco si piensas que te voy a dejar subirte a esa cosa en este estado.
—Betty no es una cosa.
—Lo que sea. Ahora mueve tu trasero al auto.
—¿Qué pasará con Betty? —dije mirando a mi moto.
—Susan la cuidara y mañana, mandaremos a Zachary y a Rich por ella ¿si? – me dijo. La miré fijo a los ojos por unos cuantos segundos.
—Te odio por ser así de hermosa ______ —le dije.
—Luego discutimos tu odio, ¿vamos? —preguntó. Asentí con la cabeza y caminé con cuidado hasta el lujoso auto. Ella me abrió la puerta y me senté pesadamente en el asiento de atrás, la cerró y entonces me acosté. Mi cabeza giraba, así que tenía que estar acostado. Ella se subió y comenzó a andar. Abrí un ojo y miré hacia su asiento. No podía ver su silueta, pues el asiento es más grande que ella, y ninguna parte de su cuerpo sobresale por algún costado.
Entonces me forcé a sentarme. Ella me miró a través del espejo retrovisor.
—¿Cuál es tu problema? ¿Qué necesidad tienes de terminar ebrio? – me preguntó.
—Mi problema eres tú, así que si alguien tiene la culpa de mi estado en este momento, esa eres tú —le dije.
El coche se detuvo en una banquina. La miré extrañado. Se giró a verme y se quitó el cinturón de seguridad. Sin ningún problema se pasó atrás. La miré más extrañado que antes.
—Así que, yo soy tu problema —me dijo.
—Si —dije asintiendo.
—Y para que todos tus problemas se fueran, yo tendría que acostarme contigo.
—Podría ser.
—Entonces lo haré.
—¿Qué?
—Eso, que me acostaré contigo, como tanto lo deseas.
Se inclinó hacia mí y tomó mis labios en un acalorado beso. Mis ojos estaban abiertos, por la sorpresa de su comportamiento, pero no tardaron en cerrarse y en responder a ella. Gruñí mientras sentía como se subía a horcajadas sobre mí, y su lengua bailaba caliente junto a la mía. Sus manos se enterraron en mis cabellos y con cada movimiento me acercaba más a ella.
—______—dije agitado cuando ella comenzó a mordisquear mi mandíbula y llegaba hasta mi oreja.
—¿Qué? —susurró y un escalofrío recorrió mi espalda.
—Estamos en un auto —le dije sobrexcitado. Ella se alejó un poco de mí y sin decir nada me quitó la camisa. Comenzó a besar mi cuello y comenzó a bajar su lengua por mi pecho.
—¿Y desde cuando te importa el lugar? —preguntó y volvió su boca a mis labios.
—No, no es que me importe, pero… al diablo —dije y la tomé de la nuca para acercarla más.
Con una mínima capacidad de movimiento, logré girar sobre ella y apresarla debajo de mí. La miré fijo a los ojos, respiraba agitada y el color de sus labios era de un rojo intenso por la presión de nuestras bocas.
—No te detengas, sigue —me habló.
Volví a capturar sus labios, y soltó un leve gemido que logro enloquecerme rápidamente. Bajé mis labios de los suyos, a su cuello.
Comencé a desabrochar los botones de su camisa, mientras
depositaba pequeños besos en lo que había visible de su piel. Una de sus manos bajo caliente por
mi espalda, quemándome por dentro.
Si, iba ser mía, ahora ella iba a ser solo mía…

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